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Historia y patrimonio

Construido en 1533 por los primeros marqueses de Las Navas, la historia del Castillo Palacio Magalia está estrechamente ligada a la historia de este título. Dieciséis marqueses que, en su devenir, configuraron pactos y alianzas con otras casas nobiliarias y lo fueron transformando y enriqueciendo hasta que, a principios del siglo XVIII, la familia se unió por casamiento al ducado de Medinaceli.

En 1906 se vendió a la sociedad Unión Resinera Española y en 1946 fue donado a la Sección Femenina, que lo convirtió en escuela de magisterio. Finalmente, en 1976, desaparecida la Secretaría General del Movimiento, fue transferido al Ministerio de Cultura. Con la creación del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) en 1985, el Palacio pasó a formar parte de este organismo.

Construido sobre un enorme macizo de granito

El Castillo-Palacio de Magalia es uno de los pocos castillos rocosos que se conserva hoy en pie. Parte de sus muros están hechos con roca virgen, la roca natural sobre la que se asienta la construcción.

También destaca por acoger algunas rarezas arquitectónicas, como las dos bóvedas planas de la torre. Anteriores a las del Monasterio de El Escorial, estas bóvedas eran tan singulares, que Felipe II se negó a que Juan de Herrera las construyera en el monasterio. Dicen que en ellas tiene origen la expresión: “Juan de Herrera, Juan de Herrera, con los reyes no se juega”.

Similitudes con el Monasterio de El Escorial

El torreón, del siglo XI, es un fuerte circular precursor de las obras de Motalembert, reformador de fortificaciones del siglo XVIII. Poseía en su época primitiva tres órdenes de casamatas o bóvedas resistentes para proteger piezas de artillería. Es excepcional en la historia de la fortificación española solamente superado por el Cubete de los fosos del Alcázar Alto de Carmona. El patio de armas destaca por la forma en la que han dispuesto los órdenes con columnas jónicas en la galería inferior y dóricas en la superior.

Aunque en general el edificio responde a los modos de hacer del Renacimiento, en su conjunto se aprecian numerosos elementos de otros periodos, desde vestigios arquitectónicos de origen romano hasta el torreón anteriormente mencionado. En la decoración destacan óleos y grabados de notable valor artístico, una colección de arcones del siglo XIX y diversos objetos litúrgicos en platería.

La Capilla, de reciente construcción

Ubicada en el torreón norte cuenta con frescos de pintura geométrica de Francisco Farreras.

«En estos lugares he disfrutado»

Esta es una de las inscripciones que decora uno de los muros del castillo junto a cipos funerarios, cuadros y tapices. Una colección que debemos al mecenas del castillo, Pedro Dávila y Córdoba, un humanista apasionado por la epigrafía –la ciencia que estudia las transcripciones latinas– y que mandó traer desde Mérida muchas inscripciones de época romana.

Historia y patrimonio

Construido en 1533 por los primeros marqueses de Las Navas, la historia del Castillo Palacio Magalia está estrechamente ligada a la historia de este título. Dieciséis marqueses que, en su devenir, configuraron pactos y alianzas con otras casas nobiliarias y lo fueron transformando y enriqueciendo hasta que, a principios del siglo XVIII, la familia se unió por casamiento al ducado de Medinaceli.

En 1906 se vendió a la sociedad Unión Resinera Española y en 1946 fue donado a la Sección Femenina, que lo convirtió en escuela de magisterio. Finalmente, en 1976, desaparecida la Secretaría General del Movimiento, fue transferido al Ministerio de Cultura. Con la creación del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) en 1985, el Palacio pasó a formar parte de este organismo.

Construido sobre un enorme macizo de granito

El Castillo-Palacio de Magalia es uno de los pocos castillos rocosos que se conserva hoy en pie. Parte de sus muros están hechos con roca virgen, la roca natural sobre la que se asienta la construcción.

También destaca por acoger algunas rarezas arquitectónicas, como las dos bóvedas planas de la torre. Anteriores a las del Monasterio de El Escorial, estas bóvedas eran tan singulares, que Felipe II se negó a que Juan de Herrera las construyera en el monasterio. Dicen que que en ellas tiene origen la expresión: “Juan de Herrera, Juan de Herrera, con los reyes no se juega”.

Similitudes con el Monasterio de El Escorial

El torreón, del siglo XI, es un fuerte circular precursor de las obras de Motalembert, reformador de fortificaciones del siglo XVIII. Poseía en su época primitiva tres órdenes de casamatas o bóvedas resistentes para proteger piezas de artillería. Es excepcional en la historia de la fortificación española solamente superado por el Cubete de los fosos del Alcázar Alto de Carmona. El patio de armas destaca por la forma en la que han dispuesto los órdenes con columnas jónicas en la galería inferior y dóricas en la superior.

Aunque en general el edificio responde a los modos de hacer del Renacimiento, en su conjunto se aprecian numerosos elementos de otros periodos, desde vestigios arquitectónicos de origen romano hasta el torreón anteriormente mencionado. En la decoración destacan óleos y grabados de notable valor artístico, una colección de arcones del siglo XIX y diversos objetos litúrgicos en platería.

La Capilla, de reciente construcción

Ubicada en el torreón norte cuenta con frescos de pintura geométrica de Francisco Farreras.

«En estos lugares he disfrutado»

Esta es una de las inscripciones que decora uno de los muros del castillo junto a cipos funerarios, cuadros y tapices. Una colección que debemos al mecenas del castillo, Pedro Dávila y Córdoba, un humanista apasionado por la epigrafía –la ciencia que estudia las transcripciones latinas– y que mandó traer desde Mérida muchas inscripciones de época romana.

Historia y patrimonio

Construido en 1533 por los primeros marqueses de Las Navas, la historia del Castillo Palacio Magalia está estrechamente ligada a la historia de este título. Dieciséis marqueses que, en su devenir, configuraron pactos y alianzas con otras casas nobiliarias y lo fueron transformando y enriqueciendo hasta que, a principios del siglo XVIII, la familia se unió por casamiento al ducado de Medinaceli.

En 1906 se vendió a la sociedad Unión Resinera Española y en 1946 fue donado a la Sección Femenina, que lo convirtió en escuela de magisterio. Finalmente, en 1976, desaparecida la Secretaría General del Movimiento, fue transferido al Ministerio de Cultura. Con la creación del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) en 1985, el Palacio pasó a formar parte de este organismo.

Construido sobre un enorme macizo de granito

El Castillo-Palacio de Magalia es uno de los pocos castillos rocosos que se conserva hoy en pie. Parte de sus muros están hechos con roca virgen, la roca natural sobre la que se asienta la construcción.

También destaca por acoger algunas rarezas arquitectónicas, como las dos bóvedas planas de la torre. Anteriores a las del Monasterio de El Escorial, estas bóvedas eran tan singulares, que Felipe II se negó a que Juan de Herrera las construyera en el monasterio. Dicen que en ellas tiene origen la expresión: “Juan de Herrera, Juan de Herrera, con los reyes no se juega”.

Similitudes con el Monasterio de El Escorial

El torreón, del siglo XI, es un fuerte circular precursor de las obras de Motalembert, reformador de fortificaciones del siglo XVIII. Poseía en su época primitiva tres órdenes de casamatas o bóvedas resistentes para proteger piezas de artillería. Es excepcional en la historia de la fortificación española solamente superado por el Cubete de los fosos del Alcázar Alto de Carmona. El patio de armas destaca por la forma en la que han dispuesto los órdenes con columnas jónicas en la galería inferior y dóricas en la superior.

Aunque en general el edificio responde a los modos de hacer del Renacimiento, en su conjunto se aprecian numerosos elementos de otros periodos, desde vestigios arquitectónicos de origen romano hasta el torreón anteriormente mencionado. En la decoración destacan óleos y grabados de notable valor artístico, una colección de arcones del siglo XIX y diversos objetos litúrgicos en platería.

La Capilla, de reciente construcción

Ubicada en el torreón norte cuenta con frescos de pintura geométrica de Francisco Farreras.

«En estos lugares he disfrutado»

Esta es una de las inscripciones que decora uno de los muros del castillo junto a cipos funerarios, cuadros y tapices. Una colección que debemos al mecenas del castillo, Pedro Dávila y Córdoba, un humanista apasionado por la epigrafía –la ciencia que estudia las transcripciones latinas– y que mandó traer desde Mérida muchas inscripciones de época romana.

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